MORRIGANE AL DIA

Diario de actualidad y noticias relativas a Morrigane, grupo de rock celta granadino.

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martes, febrero 14, 2006

EL CONCIERTO DIDÁCTICO DE MORRIGANE: UNA NUEVA FORMA DE ENSEÑAR Y DIVERTIR

El 16 de noviembre de 2005, Morrigane inició la que esperamos sea una nueva faceta a desarrollar por el grupo: los conciertos didácticos. Ese día presentamos nuestro primer “concierto didáctico” en el Centro Cívico “Medina Elvira” de Atarfe (Granada).

Desde finales del verano, nuestro representante en Granada, Enrique Acosta, nos había sugerido la posibilidad de llevar a cabo una idea nueva: conciertos didácticos. Sólo ponía como condiciones para “ofertarlo en el mercado”que tendríamos que prepararlo exhaustivamente (de eso él estaba seguro, sabe el cariño que le ponemos a las cosas), y que antes de llevarlo a cabo él tendría que comprobar la calidad del mismo en un “ensayo general”.

La verdad es que desde el primer momento nos gustó muchísimo la idea, y además teníamos completamente diáfano que somos un grupo “idóneo” para realizar este tipo de conciertos. Además, suponía un reto muy especial para nosotros, y una actividad que sabíamos que nos iba a divertir y enriquecer especialmente, tanto en nuestra formación musical como a nivel artístico, por las características especiales de este tipo de conciertos. Sabíamos que iba a ser una experiencia muy diferente a la de un concierto “normal”, y que tendríamos un ambiente y unos objetivos muy especiales y atractivos. Así que no solo aceptamos, sino que nos pusimos “manos a la obra” para su preparación.

Ahora alguno de vosotros se preguntará: “¿Y qué es eso de un concierto didáctico?”. Os voy a intentar hacer una pequeña definición “inversa” (es decir, explicando “qué NO es un concierto didáctico”) con algunos comentarios, para pasar a continuación a la definición directa. Un concierto didáctico no es una excursión al teatro, donde “el niño/joven de turno” dirige la orquesta, o donde solamente importa que el niño/joven juegue o se divierta con los compañeros de asiento. El espectáculo por el espectáculo es un engaño educativo. Sin embargo, el concierto didáctico no es tampoco una clase magistral unívoca, donde el profesor o el conferenciante de turno “larga un rollo” con algunos ejemplos. El concierto didáctico es una vía muy efectiva de transmisión y asimilación educativa de planteamientos, conocimientos y nociones básicas musicales.

“Bien, vale, de acuerdo; pero… ¿y eso, cómo se come?”. Para responderos a esta pregunta, tengo que decir que los conciertos didácticos están fundamentalmente adecuados al público que los escucha. Existe en ellos la figura del presentador o animador musical (en nuestro caso, lo presentamos cinco integrantes de Morrigane que nos vamos alternando en tal menester), que es quien guía a los asistentes a través de la audición, para ayudar a la comprensión de la misma. Su trabajo consiste no en dar una clase con un micrófono, sino en dinamizar el concierto para que sea una experiencia educativa; y que entonces el solista o el grupo musical que actúa se convierta en una herramienta pedagógica extremadamente valiosa y flexible.

—“Ahhh, ahora lo entiendo: se trata de dar un concierto, pero con una introducción de los temas, y explicando cosas de los mismos, ¿no?”. Pues no, hijo: aún estás más perdido que el mono de Marco en un Burguer King. Un concierto didáctico es mucho más que eso. Se trata, como antes he dicho, de explicar toda una serie de conocimientos y nociones básicas musicales; pero todo ello a través de una ejemplificación constante para su perfecta asimilación. Además, tiene que ser un espectáculo eminentemente ameno y divertido, que mantenga a los asistentes atentos, y que establezca continuamente la participación de los mismos, mediante una comunicación efectiva con los presentadores y ejecutantes.

—“Joues…Pues si es como el folio teorético que me acabas de largar, ¡qué bodrio, tú!”. No, chaval, no: que ni esto es un concierto didáctico, ni tú eres un crío de 7 años. Así que te tengo que explicar las cosas “académicamente”. Si te quieres divertir, vente al próximo concierto didáctico de Morrigane, y verás lo que es bueno, ¿oks?

—“Fale”.

Pues eso, socio, así quedamos. Y ahora, permíteme que le siga contando a la peña los intríngulis de nuestro concierto didáctico, que se me van a ir antes de terminar el artículo.

Contrariamente a lo que pueda parecer, el concierto temático de Morrigane no podía ni debía quedarse en “una explicación ejemplificada de la música atlántica/céltica”. Los estilos y características estéticas de esta música debían reflejarse desde la perspectiva de la Historia de la Música, y a ser posible desde una visión evolutiva: es decir, entendiendo que el desarrollo de los instrumentos ha ido parejo al de la música, y que la influencia de estas dos variables ha sido tanto recíproca como continua. Incidiendo en esta evolución, nos deberíamos centrar en la evolución del folk atlántico y el pop-rock, siempre en relación con la dinámica cultural y social relacionada. Es decir, no sólo quedándonos en la música, sino también en la cultura y la sociedad de los pueblos de donde parten estas músicas.

Pensábamos que, a través del concierto didáctico, los asistentes deberían poder escuchar la riqueza y diversidad tímbrica presente en el mundo occidental, con instrumentos de la cultura europea y americana, desde la raíz folclórica atlántica hasta el rock / pop actual; y así poder igualmente mostrar la clasificación de los instrumentos según distintos criterios: en familias, si pueden producir uno o varios sonidos simultáneos, según el elemento generador del sonido, su uso, su procedencia...

Además, mostrando las posibilidades de ejecución de cada instrumento se abordarían globalmente los elementos de la música y los parámetros del sonido, junto a otros conceptos como procedimientos compositivos y formas musicales básicas, siempre de una forma práctica y experimental; y ante todo, divertida y amena.

Pero para llegar a estas conclusiones, aún faltaba un largo camino.



Estando —como ya estábamos— embarcados en la presentación del disco, el concierto didáctico supuso otra “carga intelectual” adicional a la ya de por sí abrumadora exigencia de la presentación del CD. Pero nos pusimos manos a la obra.

Lo primero que había que hacer era buscar información y documentación sobre qué representaba un concierto didáctico: es decir, experiencias anteriores desde las cuales conformar un esquema estructural teórico y práctico que nos sirviese de punto de partida. Y encontré suficiente información como para, mediante una interpolación adecuada a nuestro caso, construir un modelo base. Tras presentar y consultar este modelo con el resto del grupo (especialmente con Jesús, que todavía formaba parte de Morrigane; y cuya opinión como profesor superior de música me interesaba particularmente), concluí que había dado justo en el clavo. Desde luego, el modelo sólo era un boceto en el que se presentaban, a grandes rasgos, las motivaciones y la historia de los “conciertos didácticos”, los objetivos y la metodología a utilizar, las áreas “globales” a desarrollar, e incluso el porqué nuestro grupo era “idóneo” para desarrollar este tipo de actividad. Había que perfilarlo y desarrollarlo; pero era un buen punto de partida. Y tengo que añadir que a partir de este modelo desarrollé posteriormente el “dossier” para conciertos didácticos que nuestro representante utilizó para su comercialización. Y que fue muy bien aceptado, recibiendo numerosos elogios.

Ahora había que concretar cuáles serían cada uno de los aspectos particulares a desarrollar, definir su enfoque didáctico concreto, la duración aproximada que deberían tener en el espectáculo, definir quiénes iban a desarrollar y ejecutar cada uno de ellos, etc. Fue un trabajo duro, pero tres semanas antes de la presentación del CD, conseguí terminarlo y presentarlo al resto del grupo. Y de nuevo obtuve el “plácet” del resto de mis compañeros. Ahora ya sabíamos concreta y exactamente qué teníamos que desarrollar, cómo desarrollarlo, y quién lo tenía que desarrollar.

Estando —perdonad la reiteración, pero es que es un detalle importante— sobrepasados por la preparación del concierto de presentación del CD (del cual ya habréis visto el artículo correspondiente en este blog), resultaba prácticamente imposible dedicarle tiempo al concierto didáctico, así que decidimos dar una tregua a la preparación de éste, postergándolo hasta el día siguiente al de la presentación del CD; pero siempre teniendo en cuenta que, en esas dos semanas y media que nos iban a quedar, tendríamos que realizar otro “esfuerzo titánico” para desarrollar y ensayar (hasta la última coma y hasta la última nota) un espectáculo que fuese tan educativo como divertido, tan formativo como ameno y original.

Y así fue. Terminamos el concierto de presentación de “Tierra Mojada”, y al día siguiente ya estábamos quedando (con la resaca incluida de algunos componentes, todo hay que decirlo) en el local de ensayo para perfilar algunos aspectos organizativos y musicales. Resolvimos doblar el número de ensayos, y quedamos en que, para cuatro días después, todo el mundo (y los “equipos ad-hoc” de miembros que este servidor había definido en el esquema preliminar) debería traer completamente redactado el desarrollo de los puntos que se les habían encargado.

Mientras tanto, en los ensayos intermedios, prepararíamos algunas piezas del repertorio que sabíamos que tocaríamos con toda seguridad en el concierto didáctico. Pero… iba a surgir un escollo muy importante.

Y es que, después de una sucesión de ciertos hechos acaecidos —desde hacía meses, y que llegaban hasta la misma fecha del primer ensayo al que Jesús pudo asistir después de la presentación del CD—, y después de toda una serie de desavenencias entre casi todos los componentes del grupo y Jesús, la situación se tornó insostenible. Y ello derivó en la separación entre Morrigane y Jesús, que veía venirse desde tiempo atrás, pero que no se había llegado a materializar anteriormente por resultarnos (a todos, incluyendo al propio Jesús) algo inimaginable —tanto en el plano de lo puramente amistoso como en el plano meramente profesional— unos meses antes. A este respecto, creo que tras el anterior artículo publicado en este blog referido a este tema, nada debo añadir; tanto por respeto como por cariño mutuo.

Afortunadamente, y ante la posibilidad de que Jesús no pudiese tocar el concierto didáctico por cuestiones profesionales de incompatibilidad de horarios (que no de otro tipo, y aclaro de antemano —ante las posibles reticencias que puedan surgir— que Jesús ya lo había anunciado desde tiempo antes del concierto de presentación), Juan Antonio había hablado con Juan Cabello (nuestro "Juanillo"), buen amigo suyo y violinista de Glendalough (banda granadina compañera de esfuerzos en la música atlántica tradicional, con la cual Juan Antonio había colaborado en numerosas ocasiones); y le preguntó si podría sustituir a Jesús para este concierto didáctico, a lo que Juan accedió gustosamente caso de que al final Jesús no pudiese asistir. Incluso, preparó por su cuenta (sin saber si al final tocaría) algunos temas del repertorio de Morrigane.

Desde aquí quiero dar las gracias a Juan en nombre de todos los componentes de Morrigane. Asistió, desde la separación entre Morrigane y Jesús, a todos los ensayos preparatorios del concierto didáctico. Se comprometió a tocar dignamente en el concierto didáctico, pese a la falta material de tiempo, y lo hizo como un campeón, convirtiéndose en una pieza básica del concierto didáctico de Morrigane. Derrochó esfuerzo y dedicación; y sobre todo, dedicó sin descanso su simpatía natural, su sonrisa perenne y su inagotable positividad en intentar elevar la moral de un grupo que estuvo a punto de escindirse tras la separación entre Jesús y Morrigane. Actuó en todo momento respetuosamente, con una cariñosa familiaridad —repleta de atenciones y de apoyo— digna de encomio. Y demostró ser un gran profesional, valiente y diestro como pocos.

Juan, gracias por ayudarnos a salvar nuestro concierto didáctico. Gracias por ayudarnos a salvar nuestro grupo. Gracias por tu amistad. Y permíteme decirte que sinceramente esperamos —aunque de aquí a algún tiempo (deseamos que sea mínimo) encontremos un nuevo compañero para Morrigane— poder volver a contar con tu colaboración y con tu persona en muchas ocasiones. Nos tienes a tu disposición, porque has dejado en nosotros una huella indeleble de hermandad.

Fueron días muy malos, muy tristes, muy duros. Estábamos “tocadísimos” por lo acontecido. Incluso hubo dos componentes del grupo que estuvieron a punto de separarse. E incluso uno de ellos no quería tocar el concierto didáctico. Pero la amistad, el pundonor, el compañerismo y la profesionalidad vencieron. Y posteriormente, con calma y tiempo para madurar las ideas, las aguas volvieron a su cauce. En muy buena parte, el éxito del concierto didáctico nos dio tiempo para volver a extender las alas, restañar heridas y superar las dudas.

En el día acordado, como es natural, no estaban redactados los puntos acordados para el desarrollo del concierto didáctico. Pero sí lo estuvieron cuatro días después: cada uno (y cada uno dentro de los grupos de trabajo formados “ad-hoc”) hizo su trabajo espléndidamente. Y tengo que decir que nos dimos una lección de compañerismo y de amistad inigualables: cada uno apoyó a su compañero, cada uno aportó ideas y críticas constructivas al desarrollo, todos nos volcamos en la tarea. Sólo hicieron falta un par de ensayos para “limar flecos”, engrasar la máquina y echarla a rodar. Y tengo que decir que, al contrario de lo que expresé como opinión personal al respecto del concierto de presentación, todo quedó como debía y queríamos: no faltó nada, todas las ideas se llevaron a cabo (incluso hubo que prescindir de muchos aspectos muy interesantes, por falta de minutaje para un concierto didáctico ya muy extenso tal y como quedó). Y sobre todo, la experiencia de trabajo y compañerismo de los “ensayos generales”nos sirvió para comprobar tanto los aspectos mejorables como aquéllos que debían permanecer inalterados. En suma: el concierto didáctico de Morrigane, tanto por su preparación como por su concreción, es algo de lo que me siento tremendamente orgulloso. Como me siento increíblemente orgulloso e ilusionado de pertenecer a una banda como Morrigane; y ante todo, de tener a mi lado a las personas que lo forman.

La mejor muestra del éxito de nuestro “concierto didáctico” —junto con la reacción del público y de los profesores que asistieron al mismo, claro está— nos la dio nuestro representante en Granada, Enrique Acosta. Él quiso asistir al último de nuestros ensayos generales, para comprobar que la confianza depositada en nosotros se correspondía con sus expectativas. Y creo que francamente le hizo muy feliz comprobar que, pese a todo, “sus” Morrigane (como él nos llama) seguían siendo el grupo que tanto le ilusiona, y que estábamos preparados para hacerlo. ¡Va por Vd., maestro! (¡Y consíguenos muchos “conciertos didácticos” más, Enrique!).

Voy a intentar no extenderme mucho en lo que fue en sí el concierto, puesto que ya os he explicado casi toda la “tramoya” del mismo. Simplemente voy a mencionar que llegamos muy de mañanita al coqueto y multifuncional Centro Cívico “Medina Elvira” de Atarfe, y que montamos muy rápido el equipo. Que José Carlos estuvo tan fantástico como siempre en la prueba de sonido (íbamos con nuestro propio equipo), y que una vez que terminamos con la misma, se dio paso a alumnos y profesores de varios colegios locales. Tuvimos que esperar un poco hasta que llegaron los últimos rezagados, pero nos vino muy bien para descansar un poquito antes de salir a escena. Tengo que decir que algunos salimos bastante nerviosos (era la “prueba de fuego”, siendo primerizos en la representación de un concierto didáctico de estas características), pero que rápidamente empezamos a disfrutar cada vez más del concierto. Que los “gags” funcionaron, que el público se divirtió y que creemos que aprendió y asimiló muchas cosas; y que aplaudieron y animaron a rabiar. Y sobre todo, que los profesores asistentes nos felicitaron muy efusivamente tanto por el planteamiento como por la concreción del “concierto didáctico”.

¡Y aún, después de la experiencia, creemos que lo podemos hacer mejor! Anotamos bien lo que funcionó más y lo que menos (¡aunque todo funcionó, y eso nos llena de gran satisfacción!), y para la próxima, seguro que lo haremos “redondito, redondito”.