MORRIGANE AL DIA

Diario de actualidad y noticias relativas a Morrigane, grupo de rock celta granadino.

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miércoles, febrero 01, 2006

¡DE NUEVO EN CAPARACENA!: “¡ESTOY EN LOS CORTIJOS!”

Pues sí, amigos: ¡¡De nuevo en “Los Cortijos”!!

El domingo 21 de agosto de 2005 (es decir, justo al día siguiente de nuestra actuación en Cenes de la Vega) estuvimos tocando en Caparacena. ¡Ya es para nosotros una costumbre y un privilegio que quieran nuestra participación allí! Así que desde estas líneas, en nombre de todo el grupo, quiero agradecer desde el fondo de nuestro corazón que año tras año sigan reclamando nuestra actuación en sus fiestas, a la Comunidad de “Los Cortijos”.

La verdad es que, si bien en el Concierto de Cenes nos pudimos considerar como “tocando como en casa”, en Caparacena ya es directamente “tocar en casa”. ¡No en vano, allí es donde tiene Juan Antonio su “casa familiar”! Por tanto, es mucho lo que nos une a “Los Cortijos”.

Como ya he mencionado, ya es costumbre que nuestra actuación se encuadre dentro de las fiestas vecinales; por lo cual solemos tocar en compañía de alguna orquesta de baile que actúa posteriormente a nosotros: así la juerga y el baile llega hasta altas horas de la madrugada (vamos, hasta que el chocolate y los churros se hacen imprescindibles).

Es un sitio magnífico para tocar, en una gran explanada situada junto al café-bar-restaurante de la Comunidad de Vecinos, que sirve en la terraza unos bocatas muy recomendables y unas raciones muy potables. Además, la noche de agosto en la privilegiada situación de “Los Cortijos” asegura una temperatura ideal. Como también están situadas varias carpas de feriantes y de atracciones (algo más retiradas, para evitar aglomeraciones y ruidos molestos, cosa de agradecer infinitamente cuando se toca en unas fiestas locales: un 10 para la organización), todo invita a la alegría y al relax.

Bueno, en nuestro caso, es un relax “relativo”, como es natural: hay que desmontar las cosas de los coches, sonorizar al grupo (posteriormente a la sonorización de la orquesta, eso es un detalle que hay que respetar) y tenerlo todo preparado para la actuación; después hay que salir a escenario y “dejarse los cuernos” para el público; y a continuación recoger las cosas, montarlas en los coches… Un poquito de descanso, y llevar los coches al ensayo, donde habrá que desmontar todo de aquéllos y volverlo a montar en el ensayo. Algunas veces parece como si los músicos padeciésemos el “triste sino de los ginecólogos”: que uno trabaja donde los demás se divierten.

La actuación fue bastante buena, aunque bien es cierto que aún estábamos cansadillos del día anterior (y en más de un caso, de la madrugada anterior). Pero bueno, ya no es la primera (y esperemos que tampoco la última) en que tocamos varios días seguidos.

Una cosa que echamos de menos siempre que vamos allí es una mayor cercanía del público: como justo delante del escenario está la pista de baile (que luego será utilizada durante la actuación de la orquesta), queda un espacio vacío entre el escenario y las mesas donde se sienta el público. Hay que reconocer que desde allí siempre aplauden a rabiar, pero… ¡a ver si algún día el público se viene a la pista y la empieza a utilizar durante nuestra actuación! ¡Nos encantaría tenerles cerquita, y sentir más directamente un apoyo y un calor que desde 15 o 20 metros más atrás queda un poco difuminado! ¡Caparacena, que no mordemos! (salvo cuando es necesario o gratificante, claro, jejeje).

Una cosa que nos encanta, y que también es ya una tradición, es la actuación del poeta local, que recita unos versos… esto… ejem… bueno, que siempre recita sus trabajos justo antes de nuestra actuación. Es todo un carácter, el buen hombre. Simplemente es genial. Yo lo enmarcaría dentro de la mejor tradición del Parnaso Ibérico, aunque fuese solamente por la imagen de literato y bohemia que transmite. Lo mejor para comprobarlo es verle un par de horas antes de su declamación, afanándose como un poseso en corregir y mejorar sus… ejem… ¡creaciones, eso es!; sentado en una mesa, mesándose los cabellos delante de una buena botella y un montón de folios. Bueno, ahora en serio: la verdad es que merece la pena, que cada vez recita mejor, y que es la mejor de las introducciones para un concierto. Desde aquí le enviamos un muy fuerte y muy cariñoso abrazo.

Como también tenemos que agradecer (en especial en este concierto, aunque siempre estén a nuestro lado) a las familias de Iván y de Juan Antonio el inestimable apoyo y el cariño que demuestran con Morrigane.

La familia de Iván siempre nos ha apoyado. El hermano de Iván, Óscar; y el padre, D. José, siempre han estado prestos a echarnos una mano cuando nos ha hecho falta. Desde llevarnos y recogernos a los ensayos a algunos miembros del grupo cuando ha fallado alguno de nuestros vehículos, pasando por transportarnos o llevar instrumentos a algún concierto cuando han concurrido las mismas circunstancias, hasta simplemente tener a medio barrio del Zaidín atento a las nuevas noticias de Morrigane o vendiéndoles CD’s de nuestro grupo. Su novia, Laura, siempre está atenta para echarnos una mano vendiendo CD’s, ayudarnos a acarrear instrumentos, y todo lo que haga falta. ¡Además, tiene una sonrisa preciosa! En Caparacena, aparte del transporte (que llegar hasta allí tiene su mérito si no se conoce uno el camino —se pierde uno fácilmente—) y de toda la mano que nos echaron, nos vimos apoyados por la familia en pleno, antes-durante-después de la actuación. ¡Un 10 para la familia Perea!

¡Y también estuvo al completo la familia de Juan Antonio! La verdad es que es una maravilla encontrarse rodeados de quienes te quieren y te apoyan, y la gente de Juan Antonio es también parte de nuestra familia “morriganera”. Además, que dentro de muy poquito (si Dios quiere y Ortigueira o Québec no lo remedian a tiempo) asistiremos a una boda preciosa… Así que desde aquí os envío a los millares de fans salvajes (por no hablar de los millones de fans románticas) coladas por los huesitos de nuestro pérfido gaitero: el resto del grupo va a velar por mantener la castidad física y espiritual de Juan Antonio, y vamos a evitarle todo tipo de tentaciones perniciosas. Aunque para ello tengamos que romper nuestra tradicional castidad (no nos comemos un rosco) y aunque para ello tengamos que caer nosotros en la siempre execrable tentación carnal… (realmente, más que caer, lo que desearíamos sería tirarnos de cabeza con doble tirabuzón y mortal hacia atrás).

¡Ah, y no me quiero olvidar de la orquesta, que estuvieron magníficos y cariñosos con nosotros, y que nos prestaron todo su apoyo en la sonorización! Un abrazo de oso de todos nosotros para todos ellos.

¡Caparacena: nos vemos en 2006! Como diría King África (que estuvo allí tocando el año anterior, y del cual sacamos la siguiente frase): “¡Estoy en Los Cortiiiiijooooos!”.