MORRIGANE AL DIA

Diario de actualidad y noticias relativas a Morrigane, grupo de rock celta granadino.

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martes, julio 12, 2005

MORRIGANE ACTUÓ EN MOTRIL Y CÚLLAR-VEGA

Aún “a toro pasado”, no podemos sino dejar constancia de los conciertos que Morrigane ofreció los pasados días 10 y 11 de junio en Motril y Cúllar-Vega respectivamente.

El primero de ellos, en Motril, fue francamente una experiencia muy bonita. El concierto estaba encuadrado dentro de los conciertos que la Concejalía de Fiestas del Ayuntamiento de Motril organizó para los fines de semana de primavera.

Cuando llegamos sobre las 18 horas a la Plaza de la Aurora (en pleno centro de Motril), nos encontramos con un escenario precioso en donde los técnicos de montaje y sonido estaban dando los últimos retoques para empezar la prueba de sonido.

La prueba de sonido fue rápida y bien realizada, puesto que la empresa contratada (MotrilServi) contaba con unos técnicos profesionales y un equipo de muy buena calidad (tanto en luces como en sonido; y este último aspecto, tanto por fuera como por dentro del escenario). La verdad es que así da gusto trabajar.

Además, hay que decir que la organización resolvió perfectamente un detalle que cualquier grupo (desde el más modesto al más encumbrado) siempre agradece: un camerino.

Al hilo de esto, es necesario hacer un comentario: este es
un aspecto que debería ser tomado más en cuenta por los organizadores de cualquier evento musical. Se tiene que entender que los músicos necesitamos un sitio para cambiarnos de ropa (antes y después de la actuación), donde disponer de una botella de agua fría (aunque sea sólo eso), donde poder afinar nuestros instrumentos con tranquilidad y “calentar” un poco antes de salir a actuar… Y si es posible, donde ducharse después de la actuación y de la prueba de sonido, que no somos “cuerpos gloriosos”.

¿Cómo se podía resolver esto en mitad de una céntrica plaza pública, en donde no había ningún local habilitado al efecto de camerino o vestuario? Los organizadores anduvieron aquí muy listos y eficaces: ¡simplemente bastaba con poner una “roulotte” detrás del escenario! Así que felicitamos sinceramente a la organización y a nuestro representante, Enrique Acosta, por la feliz idea.

Dos de los miembros de la formación (no vamos a decir nombres) estaban enfermitos, y eso repercutió un poco para que, musicalmente hablando, no fuese el mejor (aunque ni de lejos el peor) concierto de Morrigane. Es más, toda la formación se “batió el cobre” a fondo, y a juzgar por la grabación del concierto, salió francamente bien. Así que, aunque Agustín y Jesulito (¡ay, vaya, lo hemos dicho, jejeje!) no estuviesen en su mejor momento de forma, salvaron la noche con mucha dignidad.

Además, que para nosotros el concierto significaba un “pequeño reto”: al ser el concierto en una plaza, y a una hora un tanto intempestiva para una actuación (a las diez de la noche, cuando la gente está yendo a casa a cenar, o cuando directamente estaban ya cenando), teníamos que “enganchar” con nuestra música a quienes pasaban por allí, aparte de a aquéllos que expresamente venían a vernos actuar. ¡Y creemos que lo conseguimos con una muy buena nota! Incluso conseguimos que el público respondiese muy bien, bailase, se divirtiese… ¡y pidiese más bises! Lamentablemente no pudimos corresponder demasiado a tal petición, puesto que había que ajustarse escrupulosamente a los horarios marcados por la organización, respetuosa ante todo con el descanso de los vecinos de la plaza.

Un solo “tirón de orejitas” a los organizadores: hay que contar con que los coches o furgonetas de los músicos deben tener acceso al escenario, para poder cargar/descargar instrumentos y equipo. Aunque parezca que no, los herrajes o el bombo de la batería, o los amplificadores… ¡pesan lo suyo! Y uno o dos centenares de metros… Cuentan mucho. Menos mal que debajo de la plaza había un aparcamiento público (que tuvimos que abonar como los buenos, por cierto).

En cualquier caso, si el público de Motril pidió más Morrigane… ¡Nosotros pedimos mucho más Motril! Esperemos que pronto estemos allí de nuevo: ¡gracias, Motril!



El concierto de Cúllar-Vega estaba encuadrado dentro del Festival de las Músicas, un evento que estaba muy bien pensado para ofrecer una muestra de músicas muy variadas y atractivas. Pero… Lamentablemente, la concreción del evento fue destrozada en el sentido musical; y especial y completamente para Morrigane. ¿Por qué o por quién? Intentaremos dar una explicación en estas líneas.


Evidentemente, un evento de estas características supone un increíble esfuerzo organizativo. Y tenemos que señalar que, desde un primer momento, la organización estuvo muy atenta y voluntariosa, lo cual ya es un grado. Así, se preparó con mimo y lógica (dividiendo en dos sesiones, una de ellas la tarde/noche anterior) la prueba de sonido para tantos grupos; se accedió a cambiar —por parte de la organización y de los grupos— el orden de nuestra prueba de sonido para que pudiésemos descansar un poco más después de nuestra actuación de la noche anterior en Motril (cuestión que desde estas líneas agradecemos sincera y cariñosamente a todos los implicados); se respetaron escrupulosísimamente los horarios de actuación; los grupos disponían de un local con bebida y tentempiés junto a la plaza donde estaba montado el escenario …

¿Qué falló entonces? Sólo se puede dar una respuesta: el sonido.

Nuestra experiencia fue la siguiente: llegamos sobre las 11 de la mañana a la prueba de sonido, bajo un sol castigador (que para todos era el mismo, hay que decirlo). Pero la prueba de sonido se extendió increíblemente (desde aquí pedimos perdón por nuestro involuntario retraso a Mil Demonios, el grupo que probaba después que nosotros) debido al lamentable estado del equipo de sonido, y a la poca cualificación profesional de los técnicos. Realmente, cuando un grupo combina una gran cantidad de instrumentos, como Morrigane; y cuando algunos de ellos son acústicos y otros eléctricos… Es cuando le llega la “prueba de fuego” a una empresa de sonorización.


José Carlos, como buen técnico de sonido que es, estuvo intentando al principio echar una mano a los técnicos de la empresa contratada (aquí sí que no vamos a dar nombres). Cuando vio cómo se desenvolvía la prueba, tuvo que ponerse él mismo al frente de la sonorización. Menos mal. Al cabo de otro tanto, por fin teníamos un sonido muy aceptable (no muy bueno, pero sí bastante aceptable, véase el matiz) tanto en el P.A. como en los monitores.


Y ello se consiguió a base de “virguerías” de José Carlos, puesto que no funcionaba el estéreo del equipo, no había ecualizadores reales, no había compresores, la reverb estaba como para tirarse de los pelos, no había ningún tipo de efecto disponible…

Pero se consiguió a base de esfuerzo, paciencia, y algún que otro principio de insolación (más de uno salimos de allí con un dolor de cabeza para reventar —por poner un ejemplo, tras la prueba prácticamente no podíamos coger los amplificadores ni las fundas de los instrumentos, de lo que quemaban—).

Por la noche, antes de tocar nosotros, el sonido dejaba mucho que desear. Pero cuando subimos al escenario, empezaron a desatarse las iras del infierno.

Por primera parte, la señal del inalámbrico del violín eléctrico de Jesús no llegaba a la mesa. Los técnicos dijeron al principio que el receptor no recibía señal del emisor. Pero a los pocos minutos tuvieron que reconocer que sí llegaba. A continuación, se escudaron diciendo que la salida del receptor no funcionaba… cuando se había probado por la mañana. Y lo que es más: ¡cuando lo comprobamos al llegar al ensayo —después de la actuación— funcionaba perfectamente! Todo ocurrió porque no hubo forma de que cambiasen el cable desde el receptor hasta la mesa… ¡porque no lo había otro cable alternativo!

Así que se intentó poner un cable desde el propio violín hasta la mesa. ¡Pero resultó que no había un mero adaptador de jack pequeño a jack grande! ¿Solución? Se tuvieron que empalmar (uno detrás de otro, a base de cinta de celofán, porque no había cinta aislante) ¡hasta cuatro adaptadores! desde el violín hasta el cable que iba a la mesa (cable que, dicho sea de paso, tuvo que prestar Agustín a los técnicos de sonido).

Con Jesús que parecía un “ciborg” enchufado a un cable de alimentación, y su violín que parecía el de Víctor Von Frankenstein (así tuvo que tocar), parecía que se habían solucionado los problemas… que aún tenían solución. Puesto que después de ¡tres cuartos de hora! de retraso, la mayoría del público se había ido (oficialmente empezábamos a tocar a la 1.35 de la madrugada), y nuestro concierto se había ido al carajo. Así de claro. Pero había que dar la cara por la gente que quedaba allí, y echarle pundonor al tema. Y Morrigane siempre está ahí, para las duras y las maduras.


Así que empezamos a tocar con un retraso de casi una hora respecto al horario establecido, después de luchar diez minutos largos con el técnico de monitores porque no sonaban algunos instrumentos por monitores, y los que sonaban estaban terriblemente descompensados. No conseguimos nada, pero no podíamos retrasarnos más. Empezamos a tocar sin oírnos.

Y así estuvimos prácticamente toda la actuación. Nosotros no oíamos nada por dentro, y le decíamos al técnico de monitores que subiese tal o cual instrumento, que bajase tal o cual otro, que no sonaban en absoluto tal o cual instrumento… Las únicas respuestas que obtuvimos fueron: “No puedo subir ese monitor, o me saltará el equipo” y “no puedo desviar el sonido de tal instrumento a su monitor, porque no está enrutado”. Increíble, pero cierto.

Por fuera, tres cuartos de lo mismo: amigos que nos han seguido en muchas actuaciones, e incluso algunos que estuvieron por allí en la prueba de sonido, nos dijeron: “No se ha oído en absoluto tal o cual instrumento” (especialmente el violín, uno de los pilares de la música de Morrigane); “y todo estaba al revés de la sonorización de esta mañana”. Aunque también nos aclararon que, mientras que nosotros las pasábamos “putas” en el escenario, el técnico de P.A. estaba de espaldas, hablando displicentemente con otra persona.

Después del concierto, vinieron las disculpas por parte de dicho técnico, jefe de la empresa de sonorización. Pero ya no servían para nada. Todos estábamos cabreadísimos, por nosotros mismos, por un público y una organización que no merecen ese trato.

¿Para qué sirven semanas de ensayo? ¿Para qué sirven horas bajo un sol aplastante en una prueba de sonido? ¿Para qué sirve marcar y hacer un diagrama de la sonorización tras la prueba de sonido? ¿Para qué sirve dejar fijados unos monitores?

Sabemos que, tras tocar varios grupos, es imposible que todo esté igual que al final de la prueba de sonido. Pero una cosa es “un poco diferente”, y otra cosa es “no ha servido para nada”. Una cosa es “suena medio-medio” y otra cosa es “ni papa”. Una cosa es “súbele un poco a tal instrumento por mi monitor” y otra cosa es… “no suenan ni el bajo ni el violín ni la voz en absoluto”. Vamos, tocar “a palpón”.

Seguimos diciendo: ni la organización (que estuvo muy bien, salvo en la contratación de esta empresa; y que creemos sinceramente que habrá tomado buena nota para futuras ediciones), ni el público (que es al que más hay que respetar, puesto que es el centro de cualquier concierto o festival), ni cualquier grupo que se plante en un escenario, merecen este tratamiento.

Larga vida al Festival de las Músicas, y al público de Cúllar-Vega. Si después de esta horrible experiencia, aún quieren contar con nosotros para futuras ocasiones, allí estaremos gustosamente y con mucha gratitud. Pero nunca más con esa empresa de sonido: ni allí ni en ningún otro sitio.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

tios no pareis soys la lexe soy dani un futuro guitarrista electrico. un consejo en el menu principal poned un chat o algo pa poder ablar con vosotros mas facilmente y aver si venis pa huetor vega algun dia xaoo




un saludo seguid asiiiiiii





esa guitarraaaaaaa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

1:53 p. m.  

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